Cada día a casi cada hora del día, podemos ver personas acompañando, paseando y jugando con perros. Detrás de cada una de estas relaciones, hay un sentimiento recíproco de amor, fidelidad, respeto, estima y muchísimas historias personales que van más allá de lo que se ve a simple vista.
Una de las historias es la que se puede ver desde hace unas semanas por las calles de Santa Coloma. Y es que gracias a un convenio de colaboración entre la Fundació Tallere y la Fundació Hope&Help, David y María cumplen el sueño de pasear Waly.
David tenía muchas ganas de hacer un voluntariado, de interactuar con varias personas, de ofrecer a la ciudadanía lo que sabe, le gusta y le interesa.
Por su parte, María es estudiante de Educación Social de la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona y realiza la asignatura de APS (Aprendizaje y Servicio) en la Fundació Tallers.
Ambos, David y María son unos apasionados de los perros y, fruto de esta preferencia coincidente, María da apoyo a David en su tarea de voluntariado dentro del proyecto Ànimes Bessones de la Fundació Hope&Help.
Ànimes Bessones trabaja para evitar la separación o retirada del animal de compañía de personas mayores que viven solas y que no pueden tener el cuidado necesario y tampoco su familia. Dos días a la semana, David y Maria cuidan de Waly, sacándolo a pasear, vigilando su bienestar físico yendo al veterinario cuando es necesario, cuidando que tenga siempre comida, etc.
Con esta fórmula, todos ganan. María es invidente, vecina de Santa Coloma y propietaria del Waly. Está tranquila porque sabe que Waly está en buenas manos con David y María; David establece nuevos conocidos: desde la María vecina de Santa Coloma, a María con la que forman equipo para pasear en Waly, hasta otros vecinos y vecinas con los que interactúa durante los paseos; María complementa su formación y a la vez se siente feliz con esta iniciativa.
Ambos reciben los innumerables beneficios de cuidar de un animal de compañía, de la mirada cómplice, agradecida, tierna y el tacto suave del Waly, que remueve aún más la cola cuando oye la llegada de David y María.
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